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jueves, 20 de abril de 2017

INFORMAR O DESINFORMAR proyecto energético propuesto por la empresa Fronteras S.A

La reunión del  pasado lunes 17, en el teatro Italia, donde la comunidad debía informarse sobre las “virtudes “ del proyecto energético propuesto  por la empresa  Fronteras S.A
, fue un claro ejemplo  de desmesura y carencia de capacidad organizativa.
Ante la posibilidad de instalar un emprendimiento con impacto ecológico y social, la función del estado debería ser la  docencia fundada en realidades científicas y en la construcción de escenarios  futuros. En lugar de facilitar, el municipio puso barreras: la población debía informarse,  a través de un extenso dossier  de 600 páginas,  que debía comprarse, del  mismo modo que deben adquirirse  los pliegos para participar en una licitación. La magnitud de la información y el precio,  impedía evaluarla, situación que viciaba la convocatoria.   
La anarquía de la presentación sólo era comparable a una de las tantas asambleas universitarias de la década de los setenta u ochenta, en la que la confrontación de grupos, partidos o intereses, concluía sin conclusiones, y con colecciones de agravios.  Sin capacidad para ordenar, los representantes del municipio, actuaron como coordinadores de la exposición (sesgada) realizada por los representantes de la empresa. 
Al decir de los empresarios, el emprendimiento no tiene ningún impacto sobre la naturaleza ni sobre los habitantes.  Es curioso que no se mencionara siquiera la posibilidad de daño ambiental.  Los argumentos de los expositores solo mostraron virtudes. Parece ser que  la  explotación intensiva de recursos naturales, en lugar de diesmarlos, los favorece.
Faltaron varias cosas: convocar adecuadamente a los actores de la comunidad, participar a los habitantes de una decisión que compromete (o hipoteca) su futuro. La desinformación oscurece y agrede a la libertad de los ciudadanos.
¿Existe desconfianza? Por encima de la conformación de las empresas (sociedades anónimas), se sabe que la integran personajes que tienen más prontuarios que antecedentes, que fueron condenados por diversos delitos, situación que no permite considerarlos inocentes corderos o benefactores sociales. Si se pretendiera instalar un centro de atención de niños y adolescentes, seguramente habría  acuerdo, pero si el coordinador de esa institución fuera el padre Grassi, el rechazo sería prevalente. No es nuevo que la calidad de las personas califica sus acciones.
Si se propone trabajo a una comunidad carente y con desocupación, el consenso aparece,  pero el punto crítico estriba en la calidad y las consecuencias de esa oferta, es decir,  el cómo condiciona al qué.
El lunes pasado el teatro Italia no albergó a una asamblea comunitaria, sino a una de las tantas tragicomedias que se anuncian en sus carteleras. Rescato las palabras, ahogadas entre diversos argumentos, de algunos habitantes de Puerto Ruiz (los verdaderos comprometidos, los actores reales e inconsultos) que reclamaban trabajo y dignidad.  Mientras los voceros de la empresa, esgrimían cifras, estadísticas incomprobables y verdades inciertas, entendí que la razón estaba en esos hombres y mujeres,  y que la verdadera historia no está en quien la cuenta, sino en quien la sufre.
En  nuestra comunidad existen actores calificados y con capacidad para elaborar juicios de valor, hacer proyecciones y construir escenarios. Sería importante que el Municipio solicite un  estudio de impacto ambiental, realizado por una Universidad Pública . El informe debería cotejarse con el de la empresa, evitando que el lobo se convierta en el tutor de las ovejas.
Un proyecto de esta naturaleza debe estudiarse, juzgarse y consensuarse. Nadie puede arrogarse la facultad de abrir  una  puerta que luego será difícil de cerrar.
                                                         Luis Alberto Laporta

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